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Renace la ruta sagrada de los antiguos mayas

Con el amanecer iluminando la costa de Xcaret, más de 300 canoeros se lanzaron al mar este fin de semana para recrear una de las tradiciones más profundas y espirituales del mundo maya: la Travesía Sagrada Maya, una ceremonia que revive la ancestral peregrinación marítima hacia la isla de Cozumel para rendir tributo a la diosa Ixchel.

Este evento, que desde 2007 ha sido impulsado por Grupo Xcaret con el respaldo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), es mucho más que una representación escénica. Es un acto de recuperación cultural basado en rigurosas investigaciones arqueológicas y códices prehispánicos, como la Relación de las Cosas de Yucatán de Fray Diego de Landa.

La ruta sagrada: de Polé a Cuzamil

La travesía parte del antiguo puerto de Polé (hoy Xcaret), un punto estratégico del comercio precolombino, hacia la isla de Cuzamil (actual Cozumel), considerada un centro de peregrinaje donde los mayas acudían a recibir bendiciones y oráculos de la diosa Ixchel, deidad de la luna, la fertilidad y el tejido.

Los navegantes, hombres y mujeres de distintas edades, se preparan durante seis intensos meses para completar más de 60 kilómetros de navegación en mar abierto, divididos en dos jornadas. Si bien las canoas actuales no son de madera, fueron diseñadas para imitar fielmente las embarcaciones mayas originales, cuidando el medio ambiente sin sacrificar autenticidad.

Un viaje físico, mental y espiritual

Participar en esta travesía va más allá del esfuerzo físico. Para muchos, es un proceso espiritual de profunda transformación. El entrenamiento, que incluye prácticas de resistencia, concentración, meditación y conexión con la cosmovisión maya, culmina en un momento de gran simbolismo: cruzar el canal de Cozumel con la fuerza del mar y el corazón lleno de propósito.

El evento reúne a comunidades locales, turistas y descendientes mayas en una misma celebración, rescatando la memoria colectiva y reavivando una identidad cultural que durante siglos permaneció silenciada.

Más que una recreación: un legado vivo

La Travesía Sagrada Maya se ha consolidado como un ejemplo de cómo el turismo y la cultura pueden caminar juntos. Más que una representación, es una plataforma para enseñar historia viva, fomentar el respeto por el patrimonio intangible y promover la conservación de las tradiciones indígenas.

Además de los navegantes, cientos de voluntarios, músicos, danzantes y artistas colaboran para transformar esta experiencia en una festividad única en el mundo, con rituales, ofrendas, cantos en lengua maya y ceremonias al fuego.

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